domingo, 26 de septiembre de 2010

Rivalidad entre amigas

Y bueno... acá estamos de nuevo. Ya sé que dejé el blog medio moribundo por no sé cuánto tiempo, pero por alguna extraña razón, tenía bloqueo de "escritor" (aclaro aquí: No me considero escritora, necesitaría tres veces más años de práctica, más práctica profesional, y mucho, mucho talento).
Honestamente, si bien, el tema central de éste blog es el sexo... y no desde un punto de vista morboso, éste tema no es explícito, pero creo que vale la pena profundizar más de lo que generalmente se hace, en el tema.
El sexo, per se, rige en gran parte la vida de todos nosotros, y no en cuanto al acto como tal, sino al comportamiento social, a las etiquetas, la moral, los valores, y muchas cosas que tal vez no consideramos de pronto relacionadas, pero que lo están y en sobremanera.
El ritual del maquillaje (en las chicas), así como la manera de vestir, la forma en que saludamos en las fiestas, el coqueteo, la cadencia al hablar, cómo nos movemos al caminar, y muchas veces hasta la manera de ver a los ojos: están irremediablemente regidos por el sexo.
Sexo implícito, sí, pero los instintos siempre están presentes.
Ahora que... esta entrada no es precisamente para hablar de una experiencia, sino de una duda que siempre he tenido presente y a la vez trato de aclarármela. Experiencias, hay muchas, buenas y malas, y las iré contando de nuevo, apenas retome el paso, y el bloqueo de escritor, esperemos, vaya quedando en el olvido, pero hoy más que de una experiencia, quiero hablar de un fenómeno social.
Sin más, comencemos.
La base escencial del sexo es la reproducción, así de simple. Digamos que no queremos tener hijos, o que no lo sabemos, ese es su fundamento. La base siempre está y estará presente. Como ejemplos: Los hombres asocian el cabello largo en las mujeres con la fertilidad, y es bien sabido que (aunque no lo consideren así), prefieren a las chicas con el cabello largo... triste pero cierto. Y en cuanto a las chicas de calendario de "taller mecánico", eso también tiene una explicación: Las mujeres con cuerpo de reloj de arena (caderas anchas y busto grande), jalan tantas miradas porque tienen una mayor generación de estrógenos, o séase, que tienen mayor posibilidad de quedar embarazadas, que las que no tienen curvas tan pronunciadas. Muchas veces como chicas, nos preguntamos por qué "esa tipa" más bien, desagradable a la vista, llama tanto la atención... y esa es la explicación. Obviamente, estoy hablando a un nivel subconciente, y sí, un amigo que se refiere a él mismo como una persona civilizada, me confesó que se sentía bastante mal consigo mismo, cuando descubría que no le podía quitar la vista de encima a un trasero grande y redondo. En cuanto a las chicas, el instinto trabaja un poco diferente, pero sigue estando ahí. Hace miles de años, necesitábamos un hombre grande y fuerte, que nos diera hijos con la misma fuerza, y que nos protegiera de cuánto animal anduviera por ahí, el mejor adaptado, para protegerla a ella y a los hijos, era el más macho, grande y fuerte. Ahora, en nuestros tiempos, el hombre mejor adaptado, es el que puede pagar buenas escuelas para los niños, buenos médicos, y que puede costear una casa con los lujos necesarios para una vida tranquila, tanto para ella como para los futuros hijos, así pues, que de ahí vienen las "cazafortunas". También es un hecho triste, pero cierto. Y otro muy buen ejemplo es que, las chicas, sin darnos cuenta, generalmente nos arreglamos con mucho cuidado en los días de ovulación, para atraer más "machos" a nosotras. Ser más atractivas para los machos para el ritual de apareamiento.
Podría citar miles de ejemplos aquí, y todos estudiados y comprobados, pero creo que el punto queda claro y con ello podemos darnos cuenta de que somos lo que siempre hemos querido negar ser: animales, al ser tan movidos por nuestros instintos primarios.Y no tengo nada en contra de los animales, me encantan, viven de manera más organizada que los seres humanos en muchos aspectos, pero la parte que pesa, es que evidentemente no tienen ninguna ética ni escrúpulo en su comportamiento sexual, y es lo que el ser humano ha tratado de controlar desde los inicios de la historia: una pareja para toda la vida, hijos con esa pareja, y bueno, en cuanto a la mujer, toda la pila de leyes morales que nos rodean y nos presionan.
En fin... en las chicas, parte de esos instintos, aparecen cuando nuestro cuerpo comienza a cambiar, desarrollamos curvas, nos vestimos diferente, y comenzamos a utilizar maquillaje. Necesitamos (aunque no lo queramos ver así) atraer a los hombres.
Pero un factor, que a mi parecer es instintivo, que se ha dejado muy atrás en estudios y en artículos de revista, es que con esos cambios, aparece otro comportamiento prácticamente a la par y que es muy marcado: la rivalidad.
De niñas, no tenemos problemas en quién es la más bonita, la más delgada o la de mejor carácter, y mucho menos, en quién le gusta más a los niños... de hecho es todo lo contrario, es motivo hasta de burla. Pero poco después de comenzar nuestro período, algo pasa en nuestro cerebro que de pronto la bonita del salón es una "zorra", o que la que tiene mejores piernas es una "pesada", y hasta la más buena onda, se convierte en "boba". El problema se agrava, cuando también entre amigas, las mejores, dicho comportamiento también se hace presente.
Y otra característica del mismo, es que aparece una necesidad casi patológica de hacer a nuestras amigas menos, valiéndonos de lo que sea.
No sé si en mi caso, esos impulsos se reprimieron por la falta de autoestima o por la inseguridad, pero perfecamente recuerdo el comportamiento de muchas, la gran mayoría de mis compañeras, desde secundaria, cuando se esforzaban por opacar a sus amigas y hablaban mal de ellas o les inventaban chismes, o por lo contrario, hasta las que no se metían con nadie eran atacadas injustamente, y víctimas de habladurías y de caras burlonas.
"Estás muy bustona", "Te está saliendo panza", "¿Ya viste cómo se me quedó viendo Alberto?(queriendo decir: a ti ni te volteó a ver)". Tal vez yo era muy poca cosa para competir (sin saber que la competencia era por los hombres), o estaba muy encerrada en mi mundo para darme cuenta de la magnitud del fenómeno.
No obstante, años después, acepto que en más de una ocasión tuve unas ganas terribles (que no sé cómo logré controlar), de criticar a alguna "amiga" y hacerla perder su reputación, por alguna cosa que vista desde fuera no tendría la menor importancia, y sí, que también me atacaron, sin piedad. Y que llegué a enojarme cuando alguna amiga le gustaba a alguien (aunque NO me gustara el chico, por estúpido que se oiga).
Resulta, que, si dos chicas, quieren salir con el mismo chico, si él escoge a alguna de las dos, habrá un problema, y muy posiblemente se peleen, aunque ellas hayan dicho antes que no se "rebajarían a exponer su amistad" por un hombre.
Tengo muy claro, que Ignacio, se moría por Valeria, una amiga, hace algunos años, llevaba meses tras ella y ella lo trataba un poco mal, pero no le decía ni que sí, ni que no. Él, insistía. Cuando yo conocí a Ignacio, me gustó, pero no consideré propio hacer nada al respecto hasta hablar previamente con Valeria.
Un día después de una fiesta, Valeria se quedó en mi casa. Pertenecíamos al mismo grupo de amigos... seríamos unos quince, y estando las dos solas, le pregunté directamente si le gustaba Ignacio. Ella lo negó rotundamente. Cómo hubiera querido grabar esa conversación, pero mejor la cito textualmente.
_. Oye, ¿y qué onda con Ignacio?- pregunté yo.
_. Ay, nada.
_. ¿Te gusta?
_. No, para nada. Se me hace un niño muy lindo pero nada más.
_. ¿Segura?
_. Sí, nunca andaría con él... lo veo casi casi como mi hermano.
_. Entonces ¿no tienes problema si yo me lo trato de ligar?
_. No, nada.
_. ¿Segura?
_. Sí. Segura.
_. ¿Segura, segura?
_. Sí, de verdad segura. ¿Cómo crees que me molestaría?
Bueno, la historia fue corta... me lo ligué, tal cual. No fue empresa muy fácil, pero cuando por fin cayó... le conté muy emocionada a Valeria, pues según yo era una buena noticia... yo conseguí mi objetivo y ella "no" tenía problemas, entonces era algo que festejar, pero en ese momento se transformó. No dijo absolutamente nada, y su semblante fue distinto al de siempre, y el silencio me incomodó. No quiso detalles (que es muy común pedirse entre amigas), ni hablar más del asunto.
En menos de una semana, ninguna de las chicas del grupo de amigos me dirigía la palabra. Al principio no entendí pero las cosas fueron cayendo por su propio peso al pasar del tiempo. Resultaba, en sus palabras, que la conversación citada arriba, nunca existió (y para mi desgracia no había testigos), que ella siempre quiso con él y que me lo dijo, y que yo DELIBERADAMENTE, se lo bajé, dejando a un lado cualquier posible código de amistad, y no sólo eso... me había acostado con varios chicos del grupo. Así que en menos de una semana, me convertí en una baja-novios y zorra... por decirlo de manera ligera, además, ella le reclamó a él diciéndole "¿si sabías que tú me gustabas por qué me hiciste eso?", a lo que él se quedó sin palabras, porque él tenía entendido que ella no quería nada con él.
Fue la primera vez que vi a qué punto las mujeres pueden manipular la información... y de una manera tan calculadora, que si yo hablaba del asunto... la que habría inventado cosas era yo. Fue muy difícil, pero con el tiempo logré hacer que me volvieran a tener confianza... y ahora, a mi edad, cualquiera en sus cabales, dejaría a un lado a ese grupo de amigos, que tampoco se tomaron la molestia de preguntar por la otra versión, pero a los late teens (antes de los 20), los amigos lo son todo. Sin entrar en la definición de amigos.
Tiempo antes, aunque no fui víctima de chismes ni mucho menos, otra "amiga", que erróneamente yo consideraba la mejor de todas, Esperanza, de alguna manera u otra, se las ingeniaba para ligarse a cuanto chico me gustaba, y a quien ella creía que se sentía atraído por mí. Por desgracia, estaba yo todavía muy chiquita para entender el problema de fondo, y pasé toda la prepa pensando que ella era la sexy y yo sin más remedio, la fea y desadaptada... y no podía ver que lo que en realidad pasaba es que yo despertaba sus instintos de rivalidad al máximo... Y era en verdad al máximo: decirle "me gusta Oscar", era como lanzarla a sus brazos a quitarse la ropa, o a comérselo a besos, o lo que fuera. Y ella sí me hacía comentarios que afectaban mucho, para aquella época, mi maltrecha autoestima "Ya viste cómo se me quedó viendo Juan Pablo?" (traducción: ella se enteró de que YO le gustaba a Juan Pablo, así que yo no debería tener oportunidad a su lado, o así me debía hacer sentir); "Con éste maquillaje me puedo ligar hoy a Óscar" (traducción: a mí me gustaba Óscar, "ni te le acerques"); "Alberto hoy se ve guapísimo" (traducción: "Ya le eché el ojo a Alberto y ya vi cómo te le quedas viendo, no tienes oportunidad a lado mío"). (Con los jeans puestos) "Estos jeans están padrísimos, se me ven súper bien" (traducción: "tú no los rellenas, estás muy flaca").
Años después hablé con uno de esos chicos, y resultó, que se moría por mí pero no sabía cómo quitarse al pegoste de encima (mi amiga, que en sus palabras, era zorrona), y que para colmo de males, no lo dejaba acercarse a mí.
Ella, deliberadamente, se robó el teléfono de mi agenda, de alguien que me enloquecía, y lo invitó a salir a mis espaldas, con la intención de ligárselo, sin que yo supiera nada. Evidentemente cuando lo descubrí, fue un golpe muy duro... pero reitero, por desgracia, sin entender a fondo el problema.
Y hay otra "amiga", más reciente, que por un lado, irónicamente, demostró ser excelente amiga cuando yo tenía problemas y cuando la he necesitado, pero que nunca ha podido controlar el impulso de hacer mis defectos públicos de una manera u otra. Pero lo que resulta increíble, es que, por un lado, ha saltado a defenderme en más de una ocasión, por lo que sé que se preocupa por mí, y que sin embargo, no pierde oportunidad de exponerme, y a la mala.
Trabajábamos juntas, y me iban a operar la nariz (y sólo en este blog lo aceptaré: Cirugía plástica), y la cirugía, si la hacían bien, no sería muy notoria, pero yo me sentiría mucho mejor conmigo misma, así que, decidí que mantendría el secreto, para evitar interrogatorios, y que cuestionaran mi vanidad. En fin... el tema, en mi caso era delicado. Cuando regresé de la incapacidad, habiendo inventado cualquier otro pretexto, toda, toda la oficina, sabía de mi cirugía plástica. La confronté, lo negó, y hasta se ofendió, cuando la única que sabía la realidad de esa cirugía era ella, pero para mi sorpresa, lo aceptó años después.
En otra ocasión, le dije que tuviera cierta discreción con un pequeño secreto que yo tenía (mi peso), y de pronto, conocidos mutuos me preguntaban "¿pesas tanto?", cuando le pedí fervientemente guardar el secreto. Y cuando la confronté, lo minimizaba diciendo "exageras", o que ella no sabía de qué le hablaba, pero nunca, nunca, se disculpó.
Y así... ha hecho públicas varias veces, cosas que me pesa que los demás sepan de mí, y finge que no lo recuerda, o actúa ella como la ofendida... cosas así pueden afectar mucho y hacen muy difícil una situación entre amigas, y sin embargo, pasa todo el tiempo.
Mi teoría, regresando a los instintos es, que como mujeres, tratamos de librarnos de la comptetencia, para ser las hembras dominantes, y las más atractivas para el sexo opuesto, y si eso no se puede lograr, como seguramente era hace miles de años, con un trasero grande, o con hijos fuertes y adaptados para que otros hombres quieran hijos como esos, se logra con chismes, o con comentarios que te quiten la competencia de encima, tratando de recalcar que tú eres mejor, o que tu amiga es menos.
Sin embargo, es muy triste, que entre amigas, y en nuestros tiempos, esa competencia (cuando no hay porque haberla, sobre todo, si sobran hombres en este mundo y menos aún si cada una tiene ya una pareja) se siga dando, y en todos los medios y todas las edades.
Así que chicas... no creo que la mejor solución sea hablar del problema con su "amiga", porque si estoy en lo correcto, son instintos, y con ellos nada se puede hacer, pero tampoco creo que sea justo que las que logramos superar ese instinto destructor, acabemos pagando el pato, y si encuentran a una amiga que NO caiga en ese juego ¡No la suelten!. Y chicos... por eso, nos podemos poner tan sensibles cuando ustedes, sueltan algún comentario de alguna amiga nuestra, aunque el comentario no sea necesariamente bueno, porque lo consideramos como que ella les llama la atención de alguna manera, y entonces ella entra en el terreno de "rival"... y eso de nuevo despierta nuestros instintos asesinos...

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