jueves, 11 de marzo de 2010

Ser virgen y frígida NO es lo mismo

Bueno pues, si mal no recuerdo, me quedé en mis tiernitos 18… en los que al final, resultó que la que no quiso tener relaciones fui yo. Y fue el camino que elegí en esa etapa de mi vida. Cada vez entendía mejor a mi cuerpo, y sabía responderle de alguna manera distinta, entendía un poco mejor el misterioso mundo de los chicos, y también comenzaba a quedarme claro que para eso del sexo, cada quien tiene su propio reloj biológico. Así que, el problema ya no era ser virgen o no, sobre todo cuando me di cuenta que más de uno me querían “echar al plato”, era que la verdad no tenía ganas de abrirle las piernas a alguien a quien no le tuviera plena confianza, sobre todo hablando de la responsabilidad de los embarazos no deseados, del sexo seguro, y bueno, de combinar nuestros cuerpos, sentir a alguien dentro de mí y de permitirlo… la idea ya no me daba asco, no, no era eso… era un asunto de confianza, y de que no me había enamorado nunca. No sé cómo sea la parte de enamorarte y tener relaciones a los 13 o 14 años, así que no puedo profundizar en eso, tampoco quiere decir que esté bien o mal tenerlas, o no tenerlas. Simplemente planteo mi situación.
Hago aquí un paréntesis, porque más de una persona me ha preguntado si así fue como ocurrieron las cosas en mi caso, y la respuesta es: sí. Íntegramente. Por lo mismo quiero reiterar que no juzgo para bien ni para mal el que el sexo sea antes, después, bueno, o malo, sino dar mi punto de vista y compartir mi experiencia, que para mi grata sorpresa, está sirviendo (como esperaba) para que otros, en su mayoría amigos, también lo hagan.
Así que, opté por el peeting. En México eso se conoce como faje. Y en caso de que me lea alguien de algún otro país de América Latina, faje quiere decir, en términos burdos, manos y boca en cualquier parte del cuerpo de la pareja, y en diferentes niveles, pero no hay penetración.
No estaba dispuesta, y no quería entrar de lleno al mundo del sexo: No tenía confianza para preguntar sobre anticonceptivos, ni a mis amigas ni a mi mamá, no me inspiraba en lo más mínimo la idea del coito interrumpido como medio de control natal, y (por falta de práctica, obviamente), no sentía que le pudiera confiar mi cuerpo a una caja de condones. Antes de tener relaciones hay muchos mitos: que éstos se rompen fácilmente, que se salen de su sitio, que se rasgan, que es muy difícil colocarlos… miles de cosas que también suenan como leyenda urbana de terror, sobre todo porque su uso correcto puede hacer una línea divisoria entre embarazos y control natal y entre enfermedades venéreas y una vida sexual sana… y las enfermedades venéreas también suenan como cuento de horror desde que te saturan en la secundaria con fotografías, síntomas y de más cosas…
“Pues ¡No! No me siento capaz de tener relaciones sexuales, así que por el momento no las tendré, pero eso no implica que no pueda divertirme.” Y divertirme, era no privar a mi cuerpo de esa cosa tan maravillosa llamada orgasmo. Ya fuera sola, o en compañía, y esta segunda era mucho mejor, porque de pronto, algún chico sabía hacer maravillas con sus dedos.
El asunto es que… después de salir con el chico que no me quitó la virginidad (muy a su pesar), salí con dos chicos más, y la reacción de los dos, al “estar conmigo” (de alguna manera, porque no tuvimos relaciones), fue bastante especial.
Con el primero, una tarde, después de estar fajando un muy buen rato, en mi casa, que estaba libre de padres, y en que él me tocó muy rico, que le compartí mi cuerpo, nos besamos, etc., en donde obtuve lo que yo buscaba (un orgasmo), después de ello le dije que no quería tener relaciones, que era virgen (que según yo, también le había dicho desde antes)... cuando me oyó, su mirada y su actitud cambiaron radicalmente. Inclusive me echó unos ojillos despectivos que claramente decían “mentirosa”. Evidentemente no me creyó una palabra… Me molesté… pensé que si sabía (o le reiteraba) la verdad, no me presionaría para tener relaciones. Y no dijo nada. Se sentó.
_.No me crees ¿verdad?
_. (Después de un silencio de segundos y un suspiro hondo y pesado) …sí te creo…
_. Entonces ¿cuál es tu molestia?
(De nuevo silencio)
No me pudo tocar igual el resto de la tarde, y terminó por irse. Me dolió mucho su reacción. ¿Para que creyera que era virgen tendría que apretar las piernas, y no dejar que me tocara los pezones o la entrepierna, y fingir que me asustaba si sentía una excitación en sus brazos? De hecho menos ahora, que apenas aprendía a controlar ese miedo y manejarlo más o menos bien, ya era todo lo contrario, yo quería explotarlo.
Esa semana me empedé con una amiga, Nadia, y además de contarle lo ocurrido, honestamente hablé de lo ofendida que me sentía porque no me hubiera creído una palabra. “¿Qué no puedo tener orgasmos siendo virgen? ¡Si no soy frígida! ¡Es una fortuna que pueda tener orgasmos sin necesidad de relaciones!”
Y pasó relativamente lo mismo un par de semanas después, en casa de un amigo, pero al menos su reacción fue diferente, tal vez porque éste me llevaba varios años (8), y el anterior tenía mi edad, fue un poco menos desalentadora. Me estaba tocando apasionadamente con los dedos mientras me besaba y de pronto escuchó un gemidito “ahh”.
Se detuvo, me miró a los ojos y me siguió tocando… le gustaba cómo yo decía con algún gemido o con alguna contracción del cuerpo, que lo que él me hacía me estaba gustando, pero de alguna manera, como que él también me estaba estudiando. Le dije después que no quería tener relaciones y no puso un pero.
Una semana después hablábamos por teléfono. Dicen que es más fácil decir ciertas cosas por ese medio porque no ves a la otra persona a los ojos. Y en medio de la plática me parece que la curiosidad lo corroía. Así que sí tendría lógica que se haya animado a preguntar.
_. Tú no eres virgen ¿verdad?- Me dijo.
_. ¿Por qué?
_. Tengo esa duda.
_. Te puedo contestar sin problema, pero quiero saber por qué.
_. Honestamente tienes los músculos internos muy apretados… pero no te asustaste ni nada cuando comencé a tocarte, y tampoco cuando “llegaste”*. Parecía que sabías bien lo que pasaba. Ya dime ¿eres virgen?
_. Sí, sí soy virgen… (y esta vez ya no me dio pena decirlo)
_. (Se quedó pensando unos segundos) ¿Y te sientes así?
_. Entiendo mi cuerpo si eso es lo que me estás preguntando. Sé cómo funciona.
_. (como que lo reafirmó)… sabes cómo funciona tu cuerpo…
_. El asunto es que muchas niñas que son vírgenes son unas hipócritas… ser virgen no quiere decir que nunca te hayan tocado, o que no conozcas un orgasmo… Y aunque no lo conocieras antes, si tuvieras el primero, posiblemente lo reconocerías.
Después de un rato concluí mi idea:
_. Ser virgen no es lo mismo que ser frígida… Al contrario, si todo es nuevo, creo que hasta sientes más.
De nuevo se quedó pensando.
_. No lo había pensado. Me gusta la idea de que sientas más. A lo mejor sí es cierto.
Sigo pensando que cuando le dije todo eso, tenía razón. A mi parecer a muchas niñas les da miedo sentir, tal vez piensen que sentir es indebido, es sucio, y se bloqueen, no encuentro otra explicación, pero debería de ser todo lo contrario.
Y esa vez, me sorprendí de hablar con tanta naturalidad del asunto, pero poco a poco me fue entrando en la cabeza, que si TODOS los seres humanos tienen sexo, fluidos corporales, y todas las mujeres menstruación, no hay absolutamente nada de qué avergonzarte hablando de esos temas… Y eso sería sólo el comienzo… y éste blog otro paso. Hablar… no pasa nada con hablar. Hablemos pues de sexo.
Después mi amigo y yo hablamos de naderías… y finalmente me preguntó “¿Podemos tener relaciones?”.
A lo que le contesté muy tranquila, y sin ofenderme, y él lo tomó sin resentimientos:
“No, todavía no, pero ya que me sienta más segura podemos hablarlo”:


*Tener un orgasmo

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