La culpa la tiene Disney. Pensaba (y aunque me cueste trabajo aceptarlo: quería) que mi primer novio fuera como el príncipe Felipe, o como Erick, el de la sirenita, de perdida: guapísimo, valiente, protector, inteligente, sensible, caballeroso, simpático y romántico... entre otras “pequeñas” cosillas. Así que en la prepa… además de que mi rezago de desarrollo era evidente en comparación con cualquier niña de mi salón, obviamente también lo era para tratar al sexo opuesto, y no digamos para comprender que Felipe y Erick no existen y que debieron en su momento ser la creación de una niña-en-vías-de-ser-mujer igual de desubicada que yo. Así que bueno… pensaba que el primer gran amor (e ingenuamente que el único), debería de cumplir todos esos requisitos y que todo nuestro amor se sellaría por siempre en un hermoso beso en un atardecer a lado de un lago con la luna de testigo… o bueno, de menos con un beso. Pero… ¡oh problema! ¿Cómo sabría besarlo de vuelta? En aquellas épocas, lamentando decepcionar a los caballeros, las niñas no practicaban los besos con las niñas… y las películas sólo me asustaban porque todos los besos eran apasionados, con ella inclinando un poco hacia atrás su cabeza, con los ojos cerrados y rodeando con sus brazos al apuesto príncipe, quien tomaba apasionadamente la cintura de la damisela, se inclinaba hacia ella y cerraba los ojos, acompañado todo de un movimiento de mejillas bastante complicado, que a mi parecer incluía una especie de masaje labial y acrobacias con la lengua… sin olvidar que cada uno mecía la cabeza hacia el lado opuesto. Parecía toda una coreografía de ballet de las más complicadas… sin ensayo previo. Ya me veía yo con un Felipe a punto de besarme y decirle “¿podemos ensayar primero?”, o “¿Me explicas la teoría?”… pero ¡NO! Jamás se dice ni dices que no sabes besar y que no te han besado antes. ¿Quieres quedar como la niña tonta a la que nadie le hace caso o sin experiencia? ¿Qué pasaría si a tus longevísimos quince años alguien se entera que lo único que has hecho con pseudo-novios (de diez, once, o doce años) han sido besitos de piquito? Y como los besos entre los padres ¡jamás! nos resultan atractivos… eso de preguntarles la ciencia y el arte de besar termina siendo hasta repugnante…
Y falta otro problema de mencionar…¡mis frenos! Mi boca hubiera podido ser un excelente satélite para la compañía de celulares más grande del país sin problema alguno. ¿Qué tal si le arañaba los preciosos labios a Erick? ¿Qué tal si me acercaba con mucha brusquedad y lo golpeaba? ¿Qué tal si me cortaba yo?
A los doce años, más o menos, una amiga me dijo que a su hermana mayor (a eso de los 14) le habían dado su primer beso y que el chico le metió la lengua a su boca. En ese momento me dio asco, me pareció asqueroso… y para colmo pensé que todos, absolutamente todos los besos eran así.
Bueno… pues el príncipe no estaba en mi escuela… todos tenían un defecto (es irónico cómo los defectos del “otro” son los que cuentan, sin importar todos los tuyos, o tus complejos), así el defecto fueran sus amigos, un promedio perfecto (sobre todo si el tuyo no lo es), o que es muy callado, o muy extrovertido. No… no había príncipes en la escuela. Y el uno y otro que parecían tener potencial de príncipes, obviamente tenían novia, que sí tenía senos, pompas, cintura, y se maquillaba (y peor aún: sabía maquillarse). Así que la opción, según mi mejor amiga y yo, fue conocer gente… en fiestas. Y sí… conocer a Felipe en una fiesta suena completa y ridículamente absurdo, pero esas eran mis ideas románticas. Espero que alguna lectora pueda hacerme sentir que no fui la única así de perdida.
No me había animado… pero déjenme describirme a mis aborrecentes quince años. Y es porque es un buen paréntesis para el siguiente párrafo. No tenía anemia, anorexia ni bulimia (porque era de mal gusto estar flaco, la onda era estar “buena”, y pesaba unos pobres y miserables 34 kilos… aunque no me lo crean. El peso de un niño de 10 años. Me habían zampado cuantas vitaminas y dietas existieran, pero no servían para un carajo, ni un gramo… y después de exámenes, resultó que ni bichos ni problemas hormonales, pero esos 34 kilos con la estatura que tengo desde aquel entonces, tal vez 4 centímetros menos, pero seguro ya pasaba el 1.55. Pueden entonces adivinar mi hermosa carencia de curvas… Tenía la piel tan blanca… mala herencia europea, que en lugar de verme exótica, me daba un aire enfermo, calavérico, y más en combinación con mi peso. Obviamente se me veían los pies y las manos grandes. Tenía pecas… (que por suerte ya se fueron), y usaba braquets (con súper sexy ligas de colores), y frenos de caballo, pero esos, obviamente, no me los llevaba a la escuela. Toda una belleza.
Bueno pues… para no hacer el cuento largo vamos a las soluciones desesperadas. Resultó que con unos jeans súper ajustados (que creo que me trajeron del Gabacho), una blusa ombliguera (que creo que era talla infantil), un bra push-up (para apretar y por consiguiente que se te vean más los senos), y botas (para que no se me vieran los pies flacuchos y grandes), además, obviamente, de unas dos horas de maquillaje: ojos, boca, pómulos, etc., lograba verme de 16 años. ¡De mi edad! Todo un descubrimiento. Mi amiga me hizo ver que (aunque en pequeña proporción) tenía lo que tenía que tener, y que con algo de maquillaje… éste podía hacer maravillas (sigo pensando en eso aunque normalmente no lo admito). Así que bueno… con tantos trucos, resultó que en el espejo, ya no era tan fea ni un fenómeno… y que tal vez, el príncipe sí podría hacerme caso.
Y bueno, en una fiesta, en la que no conocía absolutamente nadie… por cosas del destino, me animé a retar miradas una y otra vez con un posible príncipe… muy como es mi gusto, y ese sí me lo reservo, pero el muchachón no estaba de nada mal ver. En condiciones normales jamás lo habría hecho, pero como iba “disfrazada”, me sentía mucho más libre, como que actuaba a ser alguien mayor por una noche, mayor, con mejores formas, más segura, y sexy. Y bueno… casi me desmayo cuando después de un rato, se me perdió de vista el príncipe, y que apenas volteo a mi izquierda para buscar a mi amiga lo tengo de pie a lado mío, sonriéndome. Bendito maquillaje. Ocultó que me puse yo creo que hasta verde. Y más encantador resultó cuando me enteré de que no tenía 15 ni 16. ¡Tenía 19! Una cosa llevó a la otra, estuvimos platicando… de las tonterías que uno platica a esa edad, bailando, cantando y haciendo todo lo que hace uno por lucirse (claro: sin exponerse a hacer el ridículo). Después de un rato nos sentamos… y recargué mi cabeza en sus piernas… de hecho tratando de evitar ese primer encuentro, pero cuando volteo para verlo… sus labios estaban textualmente encima de los míos, pero su lengua no estaba en su boca… y ¡yo no supe que hacer! ¿Abro más la boca? ¿La cierro? ¿Me pongo tiesa, me relajo? ¿Qué demonios hago? Por inercia traté de hacerme para atrás, pero con la cabeza en sus piernas, me resultaba difícil. Aún no recuerdo qué hice con mis manos… o si hice algo, en primera. Cuando la incomodidad, no por el beso en sí, sino por estar haciendo yo el ridículo me venció… cerré un poco la boca, dándole un ligero mordisco en la lengua, que creo que no lo lastimó, pero en efecto sirvió para que se separara. Y me sentí como nueva… porque no me vio con cara de “eres pésima besando” (aunque si yo fuera él, honestamente habría pensado eso), y descansé del miedo al ridículo… además de tener una boca que ya ¡sabía lo que era un beso!
No sabía si habría otra… pero para mí (esa noche) él sí fue un príncipe, y aunque de mi parte fue patético, si fue un genial primer beso. Y bueno… en aquello de la teoría… la práctica hace al maestro.
Sigo pensando en que pese a mi “arreglo”, yo no era para tanto… pero el asunto es que por primera vez, alguien que me gustaba, también sentía interés por mí… y lo sostengo porque después de eso, salimos un par de veces (aunque ni yo lo creyera), pero como dice Michael Ende… eso es otra historia y será contada en otra ocasión.
No fuiste la única en sentirte insegura con tu aspecto físico, ni mucho menos en no saber que hacer en el momento cumbre del primer beso, así como tampoco el soñar con el famoso príncipe, que en mi caso tenia que ser el chico malo, descarriado y rebelde pero eso si guapísimo con una historia familiar triste y acongojada….
ResponderEliminarLos momentos donde más nos sentimos vulnerables, los hace únicos, no pensamos, no calculamos, sólo nos dejamos llevar, y lo hacemos con tremenda emoción. Por eso se recordaran toda la vida.
Un abrazo
A.V.
Primer beso: eso me remonta a mi epoca de la primaria, aun lo recuerdo con felicidad y penita, Ana Maria Rocha Izaza, mi primera novia, jejeje la mas deseada de la primaria, apodada atinadamente como "La reina de corazones" una chica bastante desarrollada para su edad, estuvimos juntos desde 4,5 y 6 de primaria, pero todo comezo en tercero, ella fue mi amiga desde el primer dia de clases en primero de primaria, yo un muchacho timido, callado, bastante inteligente, ella igual de inteligente pero muy asertiva, asi paso el tiempo hasta llegar al citado tercero, ya la veia con mas interes q una amiga, incluso me daba gusto ir a la escuela solo para estar con ella, asi se fue el tiempo, llegamos a 4 y una fiesta, de su amiga Lorena, recuerdo estar en un salon de fiestas, jugando en las maquinitas, ese juego de street fighter, cuando ella subio, platicamos y asi como asi le dije q si queria ser mi novia, ella dijo que si, de repente nos quedamos viendo y mi corazon latia muy rapido, sabia que pasaria, pero no sabia como seria, hasta q finalmente ambos juntamos nuestros labios al mismo tiempo, senti la lengua entrar, a decir verdad lo disfrute bastante, esos besos fueron el pan nuestro por 36 meses, es mi recuerdo del primer beso /. . .
ResponderEliminarDios Darias.
ResponderEliminarSi eres mujer
Pones un titulo tan provocativo como
¿Que cuernos es el sexo?
Y terminas hablando de Besos
jajajaaj
Ya vendrá sexo oral si a eso te refieres... pero todo a su tiempo. Si no me llevo un orden más o menos cronológico me perderé.
ResponderEliminarJAJAJA SEXO ORAL.. jaja podría pasarle a alguien que lo confundiera jajajajaj este... que iba a decir? ahhhh está muy chida la entrada, te fue bien al esperar al príncipe azul, yo por el contrario creia que habia que besar un par de sapos en lo ue el príncipe llegaba, no fuera a ser que se fuera porque no sabía besar jejejejejejeje y del primer beso al primer novio formal, conté 11 novios... eso si, era requisito que te pidieran ser su novia antes de besarte, no pasaban 3 meses y te preguntabas "si eran frees, amgios, novios, maridos o que" la mayoría de eso snovios, los vi una sola vez, y algunas fueron largas relaciones telefónicas, pero ah como me divertí =P
ResponderEliminarVenga!!!!! siempre esa "angustia" de los primeros besos es horrible, pero cuando pasa... la verdad es que no es tan como el cuento de hadas, de hecho creo que esa forma de educación occidental sobre los principes azules es bastante estupida y ojala las próximas generaciones vayan cambiando este concepto... más que nada por las chicas... por un lado... si es atractivo para un hombre ver a una chica que parezca "princesa" pero por otro cuando ese concepto se lleva a la vida real y creen que se les debe de servir en todo como futuras reinas no esta chido y creo que es una forma inclusive de misoginia pasiva y aceptada, ya que evidentemente con el tiempo las chicas - princesas se vuelven inutiles y dependientes a su MACHO.
ResponderEliminarMueran las princesas!!!! VIVAN LAS MUJERES INTELIGENTES
y por cierto.... en gustos se rompen generos.... por ejemplo yo nunca he tenido una novia con braquets o los han tenido cuando no he estado con ellas y sin embargo me encantan como se ven. je je je
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con la muerte de las princesas... pero en ese momento posiblemente me habría ofendido con tu comentario... y no... ya no quiero un príncipe que haga de mí una mujer inútil que sólo sepa verse bonita. De los braquets lo había oído, pero en aquellos tiempos tenía complejos hasta por respirar...
ResponderEliminarestimada Dharia....
ResponderEliminar¡eres la primera persona que recuerdo que usa la frase de "...esa es otra historia y será contada en otra ocasión...", muy utilizada por Michael Ende en "La Historia Interminable"! (lo comento porque me da gusto saber que no soy el único loco que la emplea, jejeje)...
Existen varios chicos como yo (bueno, ya no soy tan chico, jajajaja) que también esperábamos que el primer beso fuera con una princesa... y si descuento los besos "de piquito", que fueron contados en mi alcoholescencia, tengo que confesar que el beso que considero "mi primer beso" único, mágico, especial y que me haya gustado (es decir, con una "princess" fue hasta los 22 (sip), a punto de acabar mi licenciatura... y para mi fortuna, lo disfruté y lo recuerdo con mucho cariño porque fue con mi mejor amiga de aquel momento, con la cual anduve (en una relación un tanto tormentosa, pero esa es otra historia, jajaja...) pero que a la postre, terminaría en ruptura.... y durante toda mi adolescencia, igual escuchaba historias de amigos y conocidos, unas rayaban en la invención, pero otras fueron muy creíbles, obviamente, chicos que habían pasado ya por su primera relación sexual desde los 14 (estabamos en segundo de secundaria, eso fue en el '88...), por lo que muchas veces preguntar por la cuestión de "¿cómo son los besos?" era como si lo preguntara un retrasado, eso no importaba tanto, lo importante era "si ya habías cogido o no", los besos se incluían ya en el paquete, y se daba por supuesto que todo mundo sabía hacer eso... el orgullo del macho que esta en plena iniciación... y bueno, las princesas siguen existiendo para mí, sólo que las acepto como se presenten, sin esperar a que sean perfectas, jejeje... pero bueno, ya me extendí, ahi le paro, es tu blog, no mi blog ;)
Saludos, Dharia...
Israel
Al contrario, tú expláyate. Es padrísimo que de pronto me encuentre comentarios en los que también me comparten cómo fueron sus historias en cuanto a cada tema que toco. Faltan muchos, pero ahí la llevamos. Y sí... me encanta Michael Ende.
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