Sabía que eso pasaría eventualmente, pero, tal como los senos en la primaria, que no se me desarrollaban (y que en la secundaria seguían muy pobres), pensaba que a los 35 años iba a ser estudiada por científicos como la niña a la que nunca le bajó. Carente de curvas, completamente inactractiva para el sexo opuesto, bastante insegura por mis no-curvas, mi no-regla y por mi tamaño, pues, como siempre me asociaban con algún cerebrito que entró a los 9 o 10 años a secundaria, me trataban más bien como la mascota, o alguien a quien tenían que cuidar, mucho menor que ellos, cosa que distaba mucho de la realidad, y que yo odiaba. No me sentía una mujer, ni en camino a serlo, y de la misma manera sentía que nunca sería atractiva para nadie, aunque pensando esto más a fondo, no sería tan grave porque con aquello de los besos y cosas que hacían los de tercero… me daba cuenta de que a los pocos niños que me gustaban, me gustaba verlos… nada más. Es evidente que si alguno me llegaba a abrazar (jugando), mi reacción fuera ante todo de incomodidad, pero por no entender ni saber manejar las funciones de mi cuerpo, todos esos instintos tan asociados al coqueteo y al final (aunque no lo practiquemos hasta después), al sexo.
Finalmente, entre todas esas cosas que absorbían mi existencia, y que trataba de no pensar en ellas jugando en el parque, en la bicicleta o como fuera, para no enfrentar mi “cruel” realidad, un día llegué a casa y sí tenía la ropa interior sucia. Pero… ¿qué significaba? ¿ya no era una niña? ¿ya no iba a estar bien que viera caricaturas y jugara con juguetes? ¿me tendría que vestir diferente? ¿usar maquillaje? ¿depilarme las cejas? ¡NOOOOOO! Quería crecer pero no quería dejar de ser yo. Y esa idea me pareció tan aterradora que me puse a llorar como estúpida. Dejar de ser uno mismo… sería tan estúpido como cambiar de sexo por un corte de cabello… pero sí, era aterrador… Tanto que no le dije a mi mamá hasta el tercer día. Por suerte alguna vez en la escuela nos regalaron toallas sanitarias, que en ese momento tampoco era suerte porque ¡era una vergüenza cargar el paquetito frente a los niños! Ni siquiera recuerdo que hayan molestado a alguna niña por eso, pero en nuestra mente, así era. Esa vez no tuve que pasar por el terror de la tienda para comprar toallas. Resultó después… que no me volvió a bajar hasta seis meses después… entonces ¿por qué sangré? ¿tengo un tumor? ¿me voy a morir? ¿estoy enferma? ¿sólo me va a bajar una vez en la vida y seguiré siendo un fenómeno? ¿qué será de mí? Dudas… más dudas. La idea de un tumor, o de tener un aparato reproductor disfuncional me asustó y preocupó tanto que ni siquiera le dije a mi mamá que no me había vuelto a bajar. ¡A nadie!
Algunos años después, leyendo, resultó que en algunos casos, como los ovarios apenas comienzan a funcionar, es completamente normal que las primeras veces sean esporádicas… pero en ese momento no lo era. Y tampoco quería preguntar… porque por alguna extraña razón, a la mayoría de las niñas, los cambios relacionados con su cuerpo las apenan. Ahora entiendo que mi infundada vergüenza igual era normal. También sabría que a las niñas que les crecían los senos (no como a mí), les daba pena mostrarlos y usar brassiere, y también sabría que a algunas otras niñas les pasó lo mismo que a mí con la regla… pero si no a todas, a la gran mayoría les causaba incomodidad hablar del tamaño de sus senos, del tamaño de sus caderas y sus pompas, de la frecuencia y flujo de su período, de marcas de toallas sanitarias, de el uso de brassiere y otro tipo de ropa interior, más ajustada, para que la toalla se quede donde va, y ya no digamos de tampones, que a la fecha siguen siendo un tema controversial para muchas chicas… algunas hasta piensan que por usarlos perderán la virginidad…
Y bueno, falta el terror de ir a comprar las toallas sanitarias. Pedirlas en la farmacia a una señora o a un muchacho, es lo peor que te puede pasar. Es difícil sostenerles la mirada, o pedir lo que tienes que pedir (que después llega a suceder con los condones). Y en el súper… te formas media hora para que te atienda una cajera, y justo cuando te toca a ti, hacen corte de caja y entonces toma la máquina registradora un muchacho. No te ve, no le importa, pero sientes que su mirada va directo a las toallas sanitarias y luego a ti, que las escudriña y te escudriña, y luego que con la mirada te pregunta si es la marca adecuada, hace cuánto te bajó y qué se siente… Y tomas tu bolsa y sales corriendo pensando “¡No te importa! ¡No te importa!”, como si te oyera…
Así que no hay para dónde con las dudas… si tienes cadera no quieres tenerla porque te sientes incómoda con las primeras miradas de los chicos… si no tienes cadera, envidias a quienes la tienen porque no atraes la mirada de los chicos. Si tienes senos, no quieres que te los vean, si no tienes, los envidias. Si te baja antes de la edad normal (11-13 años), sientes que se te quitó un cacho de infancia y te sientes fuera de lugar hasta en tu salón de primaria, si no te baja, sientes que no te bajará nunca y que eres un fenómeno. Si usas ropa interior “sexy”, sientes que no es propia para ti, te sientes incómoda; si usas ropa interior de niña, te sientes estúpida…
Años después entendí que en cualquiera de los casos me habría sentido igual de extraña y tan fuera de lugar que como me sentí.
Esta es una gran redacción! Se nota que te divertiste y la neta, me divirtió un montón. Nada más divertido como chavo que enterarnos de sus cosas de esta manera. Salud!
ResponderEliminarHola,que crees? que a mi tambien me pasa,son cosas muy incomodas.... Quisiera ser niña pero que no me bajara...
ResponderEliminarbueno,asi son las cosas....
gracias por la redaccion, me calmo de ese tema
Que chido que lo hayas leido... espero mas comentarios tuyos y poderte ayudar de alguna manera :) Un abrazo y buena vibra!
ResponderEliminarEsto me sirvio mucho...tengo 10 años y me gusta investigar sobre esto entonces lei esto y me senti mas trankila
ResponderEliminarMe da gusto... espero que te sirvan futuras entradas. =)
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