lunes, 18 de enero de 2010

Las primeras incomodidades de los tabúes en el sexo

Los primeros pasos: el despertar
Tengo 28 años, de los cuales, como es de suponerse, viviendo en la ciudad más grande del mundo, más de diez años conociendo esos asuntos del sexo, y del sexo opuesto… Hay tantos temas, tantos tabúes, tantas dudas que achacan a ambos géneros… que, aunque no es mi intención resolverlas, pues, de todas ellas, desconozco la mayor parte de las respuestas, sí es mi intención compartir muchas aventuras, esperando que más de uno se identifique conmigo.
Que si el tamaño del pene, fingir los orgasmos, las feromonas, las señales que mandamos, el tamaño de los senos, el periodo, la fertilidad, el sex appeal… todo se resume a algo muy básico, todo: los instintos.
No nacimos para estar solos, y en nuestro deseo de trascender, de encontrar a alguien, o (peor aún), de preservar la especie, todos los asuntos relacionados con el sexo, hacen una cadena de interrogantes, de preocupaciones, y de relaciones humanas meramente tortuosas que difícilmente se resuelve.
Cuando estamos en secundaria, cuando aceptas que alguien te gusta, es una noticia que es digna de salir en “Ventaneando”, en lugar de asumirlo nada más, y de que tus compañeros te dejen de estar moliendo. Y bueno, si te tocan la mano, si te abrazan, si te dan un beso, de pronto eres el centro de atención para los inexpertos, y una burla para los que (dicen) han tenido ya a sus tiernos 13 mucha experiencia.
Bien, pues. Hoy hablaré un poco de los muchos tabúes con los que empecé a conocer a los chicos, mucho antes de mis primeras relaciones, y, aunque no parezca, al recordar estas historias, me da mucha, mucha risa, y ello lo convierte en recuerdos gratos. ¡Qué cantidad de babosadas hacemos! ¿O habré sido sólo yo?
Tenía once años… por suerte en la escuela ya se hablaba de sexo y era parte de la educación, ya sabía qué iba en dónde y que el período tarde o temprano me llegaría, aunque, en ese momento, parecía que no iba a llegar nunca. Tan era así, que siendo la más pequeña en tamaño y complexión de mi grupo, tenía la idea de que era alguna especie de mutación y que nunca me crecerían los senos, no tendría mi período y sería digna de poner en un museo : “la niña que nunca se desarrolló”.
No es que quisiera tener novio en aquella época, pero era obvio cómo los niños fijaban su mirada en las compañeras que ya empezaban a acinturarse, o que les crecían poco a poco los senos, y que usaban ¡brassiere!... sobra decir que al paso que iba, las blusitas de ropa interior de niña eran lo que mejor podía ajustarse, porque hasta los intentos de corpiños se me subían o se me bajaban…
Y también que bajo la blusa de la escuela empecé a usar playeras, para que no se notara que ni tenía curvas, ni usaba brassiere.
Bien pues, en ese momento tampoco pensaba en tener relaciones, ni en casarme, ni nada por el estilo, pero las dudas empezaban, sobre todo en cuanto al sexo opuesto. ¿Algún día iba a querer hacer algo como el amor? ¡Se oía asqueroso!
Vi “La laguna azul”… y acepto que lo primero que me pasó por la cabeza fue asco. Me costaba mucho trabajo creer que dos personas del sexo opuesto, intercambiando saliva, sudor y fluidos pudieran pasar un gran momento. ¿Pero qué tal si sí llegaba a pensar así?
Me armé de valor… y tuve la primera (y única) conversación de sexo con mi mamá. No le reclamo, pero en ese momento, me hizo sentir hasta culpable por preguntar… aunque reitero que yo ya sabía (por los libros, más que nada), sólo que vagamente tenía la esperanza de sentirme más cómoda con alguien de confianza…grave error. Tan memorable fue la absurda conversación, que prefiero transcribirla:
._ Mamá… ¿cómo se hace el amor?
(silencio incómodo acompañado de un suspiro pujante, y respuesta con voz muy cortante)._ Ya te dije que penetra ¿no?
._ Sí… ya. (no me atreví a rebatirle)
¿Qué penetraba dónde? ¿Por qué esa incomodidad? ¿Preguntaba algo que no fuera normal? ¿Era una pervertida yo? (aunque no tuviera muy claro lo que quería decir ser pervertido) ¿Por qué la había hecho enojar?
Me resigné… no toqué el tema con ella… creo que nunca más… hasta mucho después de haber empezado a tener relaciones, y no como duda, sino como plática.
Otro intento…
Estábamos en noche familiar mi papá, mi mamá, una amiguita y yo, viendo “Los años maravillosos”, que era como la hora sagrada. No se cambiaba por nada. Y precisamente era el capítulo en el que Kevin empieza con clases de educación sexual.
Mi amiguita era un año o año y medio menor que yo. Y cuando dijeron una palabra que no conocía, preguntó, sin ningún miramiento, no a mi mamá, sino a mi papá “¿Qué es la matriz?”.
Puedo describir que fue un poema la reacción de mi papá… abrió mucho los ojos, se puso rojo… y empezó a tartamudear fingiendo que no tartamudeaba y moviendo mucho las manos: “Bueno… pues, la matriz… es… como… las mujeres… tienen…así como… lo que pasa es que… explícale tú, Marilú” (refiriéndose a mi mamá), que esa vez reaccionó mejor, y dijo “es el aparato reproductor de las mujeres”, aunque María José puso la misma cara que yo con mi intento fallido de tener una plática de sexo. Se quedó muy resignada con la respuesta.
¿Qué iba a hacer? Mi amiga de la escuela… su mamá (para mi fortuna) fue demasiado explícita y práctica con ella, y le contó todo sobre las relaciones sexuales, y debo de decir que muy buena, aunque no haya platicado conmigo, porque Jimena terminó siendo (sin tener experiencia, claro), una excelente maestra teórica. Y sí… salvo por la parte gráfica, era como en los libros y en “La laguna azul”…
Pero ahora…¿Cómo sabría si un día alguien quería tener relaciones conmigo? ¿O las quería tener yo, si es que eso llegaba a ocurrir? ¿Cómo se fijaría alguien en mí, si estaba completamente carente de senos y cadera? ¿Era bueno o era malo tener relaciones? ¿Era bueno o malo casarse para tenerlas? ¿Cómo sabría quién era el “adecuado”?, como después decían en Beverly Hills 90210. ¿Cómo hacía uno para no embarazarse? Si mal no recuerdo, eso del control natal, no lo vi hasta la secundaria. Y ese temblorcito que me daba cuando estaba junto a alguien que me gustaba, en ese momento, habría sido completamente imposible traducirlo como una pequeña excitación… eran nervios, sólo nervios. ¡No sé tratar al sexo opuesto! ¡Me pongo roja, tartamudeo! ¿Qué será de mí?
A ver qué pintaba la secundaria…
Para finalizar éste texto, quisiera compartir y sugerir una película con la que me identifiqué en muchos aspectos: ¿Qué diablos es el sexo? Con el título original de Du Poil Sous le Roses (El vello sobre las Rosas), Francia-Luxemburgo, 2000. Dirigida por Jean-Julien Chervier y Agnès Obadia


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4 comentarios:

  1. Ja Ja... Tu ejemplo de "La Laguna Azul" es buenisimo... creo que tiene un toque de soft - erotic esa movie y buen ejemplo para hablar de los instintos naturales aunque estoy en desacuerdo con eso que dices de que no nacimos para estar solos... y si bien en parte es cierto en la cuestion social, no me lo parece estrictamente en el contexto sexual.

    Y vaya lo de los Wonder Years... es divertidisimo.... recuerdo esa capitulo; para empezar la clase la da el maestro de educación física (Hazme el chingado favor) y si intenta explicar lo de la matriz, pero dibuja una que parece cabeza de vaca y eso esta cagadisimo; porque al fin y al cabo solo confunde más... ja ja ja

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  2. Creo que las primeros "acercamientos" en la pubertad, son legítimos e individuales. Muy personales y con distintos puntos de vista.
    Bah!, que aquello nos confunde demasiado cuando recibimos información de los papeles alternados, de ahí, de mi madre recibir mis primeros tips de sexualidad, que de ahí mi miedo a las chicas.

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