viernes, 22 de enero de 2010

Y empieza el contacto físico

Bueno… ya había habido besos, más de uno, con más de un chico, algunos “príncipes”, otros no tanto. Ya tenía mi periodo regularmente, ya de pronto alguna mirada (aunque fueran las menos) se dirigían a mí y no a mi amiga de clases de cuerpo perfecto, cabello largo y sonrisa de concurso. A ella realmente no le tenía envidia, nunca se la tuve, porque finalmente aunque tenía el sex appeal que tal vez yo querría y la boca carnosa que como que pedía besos a gritos, jamás (que yo recuerde) fue capaz de sostener una conversación profunda (con los estándares de “profundo” que se pueden tener en preparatoria), y porque si bien había coleccionado a sus 16 años novios, ninguno la había hecho feliz, además de que basaba todas las relaciones con el sexo opuesto en su aspecto. Sin embargo, para qué negarlo, ella me ayudó mucho a confiar en mí, en mi cuerpo, en mi carisma y obviamente, en mi cerebro. Así que echándole un poquito de ganas al aspecto físico, maquillaje (que ella me enseñó cómo ponerme), y a mi capacidad de entablar conversaciones sobre casi cualquier tema (excepto novios, obviamente), poco a poco iba saliendo del caparazón.
En esas andaba cuando por otro lado, mi mejor amiga, que no iba en mi escuela, me invitó a casa de sus abuelos, me parece, en un pequeño pueblo de Hidalgo, para festejar el cumpleaños de su hermano, y más chicos de nuestra edad irían. El permiso fue difícil de negociar porque creo que mi mamá pensaba (ilusamente) que yo era una máquina provocadora de deseos sexuales (todas las mamás creen que sus hijos son perfectos), o que seguramente me embriagaría… pero para esos años, si bien probaba la cerveza, no pasaba a mayores.
Bueno, llegamos a la casa, y ahí, me explicaron que todos sus amigos se quedarían en un lugar para acampar como a diez kilómetros, así que como era temprano, podíamos ir, pasar con ellos el resto del día y regresar a dormir en una cama calientita.
Puede parecer lo contrario, pero cuando estoy entre pura gente que no conozco, me sale el lado tímido, y me cuesta trabajo desenvolverme, aún a mis 28, a diferencia de cuando estoy con mi círculo de amigos. Así que al llegar, y encontrarme chicos que iban desde nuestra edad hasta los 22 años, que para mí se oía a toda una vida de experiencia, prácticamente me quedé muda. Se sentaron bajo un cobertizo al aire libre a platicar de todo, a tomar cerveza, a jugar botella de besos (en la que yo no participé, pues como dije, apenas estaba en proceso de salir del caparazón, pero todavía me faltaba mucho), y a hacer cualquier cosa que los adolescentes hagan. De pronto algún alma caritativa me preguntaba algo a mí y yo contestaba, pero nada más. Poco a poco me fui soltando e integrando al grupo y me sentí más relajada, y la tarde fluyó bien, tan bien que no nos dimos cuenta de que ya era de noche, hasta que se soltó un aguacero de esos memorables y mi amiga dijo “ya no podemos subir a casa de mis abuelos, ya no hay camiones”. Yo me quedé pasmada. Nunca había dormido a la intemperie, menos sin sleeping bag, y sin tienda de campaña, y lo más parecido a un lugar dónde dormir era un cobertizo con una pequeña división aparte, como un cuartucho de tres paredes. Honestamente me habría puesto como fiera, pero me daba pena hacer un numerito frente a tantos desconocidos.
Así pues, la noche siguió su camino y por cosas del destino (que ahora entiendo que no son tan del destino), un chico que ella conocía se quedó platicando con ella y otro, amigo de éste, conmigo, y tampoco traían casa de campaña, pero uno sí tenía un sleeping. Los dos me cayeron bien, ninguno era la persona más agraciada del mundo, pero en esos momentos tampoco yo.
Después de que un chico se embriagó y se echó a correr por el bosque y todos tuvimos que salir a buscarlo (yo no sabía que había borrachos mala-copa), y que obviamente quedamos empapados hasta los huesos ya que lo encontramos… regresamos a nuestro intento de refugio, con la diferencia de que yo estaba temblando y a punto de llorar por el frío, la lluvia y no tener una cama. Los dos chicos nos dijeron que nos fuéramos al cuartucho, y el que llevaba el sleeping lo sacó para que todos nos tapáramos.
Con el pretexto de ayudarme a entrar en calor, mi “acompañante”, evidentemente me abrazó. Bueno… entre la lluvia que azotaba contra el techo de creo que tejas como si se fuera a caer, los truenos, el aire que entraba porque el cuartucho que estaba completamente expuesto, un sleeping que apenas tapaba a cuatro, y la luz ya apagada, que al estar en bosque no dejaba ver absolutamente nada… después de un rato, en el que se me bajó el berrinche, como si me oyera… empecé a sentir unas manos que misteriosamente no estaban frías, primero sobre mi ropa… y que creo que por el frío no rechacé, poco a poco, fueron pasando bajo mi blusa y mi cintura, mientras su cara se pegaba cada vez más a la mía. Mejilla con mejilla, besos en la mejilla, en la frente, y pronto en los labios. De nuevo, pensando en frío, no sé si hubiera aceptado en otras condiciones sus caricias (porque no le correspondí, excepto en los besos, entre los nervios, el frío, y el berrinche), pero tampoco supe o quise decir que no. Honestamente no lo sé, porque tengo muy clara esa noche y no sentí (por triste que se lea) ninguna excitación. Sin embargo, tampoco se sentía mal.
En fin, fue la primera vez que sentí unas manos sobre mis senos desnudos, en la entrepierna, en la cintura, en la espalda, y el cuerpo de alguien más tan endemoniadamente cerca. No sabía si me gustaba o no, pero sabiendo yo que eso que pasaba era completamente normal, me di la oportunidad de seguir sintiendo, aunque la idea de tocarlo yo a él, en ese momento me incomodaba. Obviamente no le dije que eso nunca había pasado antes en mi vida… la idea de quedar como una idiota me seguía molestando (Aunque de todos modos lo debe haber pensado, siendo sinceros… lo que es tanto motivo de quejas de parte de los hombres. En palabras de un amigo “no hay nada peor, más frustrante y más mata-pasiones que estar moviendo cielo, mar y tierra con una vieja, y que se quede tiesa, como muñeca inflable, que no haga nada”; que más adelante escuché de muchos otros más amigos). Así que el chico en cuestión, debe haber pensado en efecto que era mi primera vez haciendo eso (o que alguien me hacía eso), que era frígida, o que era una estúpida… y ninguna de las tres me habría hecho gracia en ese momento… ahora hasta me río…seguramente si hubiera habido luz y hubiera visto mi cara entre asustada, nerviosa y queriendo hacer como que no era así, se habría muero de risa, y de nuevo me cuesta trabajo concebir todas las cosas estúpidas que le pasan a uno por la cabeza cuando es adolescente.
Después de un rato en esos menesteres, en los que no sé si el cansancio nos ganó, o se desesperó, o tuvo lo que quería que habría sido sencillamente tocarme, nos quedamos dormidos.
Al día siguiente volvimos a casa de los abuelos de mi amiga, a donde más tarde llegaron los chicos. Me sentí rara a lado de éste, pero no mal. Diferente… no quería que me tocara de nuevo.
Lo único que entendí en ese momento, comparando los besos con el príncipe, es que si no me acababa de gustar alguien, los besos o caricias que me hicieran, definitivamente no me sabrían igual… traducido: no me prenderían. Así que… el consejo de hoy, para las chicas, es que si de plano el chico les cae bien pero no sienten química, no se hagan tontas, porque así sea un Valentino, se caiga de bueno, exhale feromonas y mensajes subliminales de “cumpliré todas tus fantasías”, no van a sentir cosquillitas en ninguna de las bases del juego (besos, faje, sexo oral, acostón, o lo que quieran), y chicos… pues… hablando por mí, si una chica ni siquiera los abraza cuando tratan de sacar sus mejores “dotes”… mejor ni le muevan, tal vez le falte carácter como a mí en ese momento para decir que no… a menos claro, que la chica no sepa ni qué onda o de plano no le de ganas seguir el juego… que es raro, pero pasa.
Por no decir que no, no me arrepiento, no me la pasé mal, pero tampoco lo disfruté, lo que sí, que es un dato muy importante, fue que me di cuenta de que con un encuentro así, no pasaba absolutamente nada. Nadie se embaraza, a nadie le salen barros, a nadie se les cae los dientes, o lo que quieran… un paso muy importante en la vida de todos los adolescentes (aunque en muchos fue antes que en mi caso), es perderle el miedo al contacto físico, experimentarlo, ver que en efecto no pasa nada.
Pero bueno… de nuevo, a partir de aquí, empieza una nueva etapa… Una etapa de contactos poco o mucho más arriesgados… que eventualmente suben de temperatura… y que se habría retrasado más si no me daba la oportunidad de sentir, experimentar y de constar en carne propia, que ese tipo de contacto físico tampoco te quema… y que con un poco de práctica y paciencia, acaba sintiéndose genial (inclusive antes de empezar la vida sexual).

Photobucket


5 comentarios:

  1. Otra de las fases que me salté olímpicamente, jajajaja!

    Empapada, casi sin refugio y en medio de la nada... estaba como para ponerse a llorar, aunque si le agregaras unas velitas y a la persona ideal, ya no suena nada mal... ^^

    Afortunadamente nunca me ha pasado, pero seguiré el consejo de "si nor eacciona, mejor ni le sigas". La decepción podría ser tan grande que me arriesgaría a convertirme en administrador de empresas... xDDDDD

    Por cierto, creo que tendré que evaluar eso de la concesión de permisos cuando tenga hijos :P

    ResponderEliminar
  2. Que increible, la manera en la que compartes tu experiencia, me agrado, alguna vez me paso, que un tipo me beso y no sentí absolutamente nada, en eso tienes razón sí no hay química, no hay nada.

    Voy a seguirte leyendo, te voy a agregar a mis seguimientos de mi blosgspot, espero me comentes amiga.

    ResponderEliminar
  3. Gracias nena! qué chido que te des el chance de leer, y bueno, habrá muuuuchas historias que contar!

    ResponderEliminar
  4. Que importante es la química en el contacto físico sin duda...

    ResponderEliminar